El curioso y generoso testamento del Marqués de Márgena

José Enrique Marfil Moreno dejó sus tierras y propiedades a su servidumbre, tres partes para estos y una para sus sobrinos

Según el catedrático, investigador y escritor, Juan González Blasco, el Marqués de Margena, José Enrique Marfil Moreno, nació en Órgiva, en la Plaza de la Constitución, actual Plaza García Moreno, en 1866. Fueron sus padres Alejandro Marfil y Guerrero y María de las Maravillas Moreno Bonel. Estudió Derecho, pero no ejerció de abogado, dedicándose a sus propiedades y tierras. Su domicilio, en uno de los callejones del Barrio Bajo, estaba casi enfrente de la casa donde se venera a Santa Filomena.

El Marqués de Márgena tenía propiedades importantes en Órgiva: tierras en el pago del Beber, varias hazas del Sábado en la vega del Zute, la parte norte de las tierras próximas al camino –que a través de La Vegueta- conduce al Río Grande, las tierras situadas enfrente del Colegio Menor y otras muchas hazas y tierras arrendadas, además de la enorme mansión de 32 habitaciones y 3 patios junto a la iglesia y su propio domicilio que comunicaba a través de los huertos con la entrada al Barrio Bajo; también en Dúrcal tenía inmejorables tierras, destacando otras propiedades en Granada.

Considerado el cacique de Órgiva, y con cierto poder, pasó como un hombre bueno que siempre miró y atendió a sus criados, incluso hizo muchos favores a ciudadanos de Órgiva, especialmente algunos libramientos del servicio militar en coyunturas difíciles. Otro pequeño detalle de su nobleza sería donar 500 pesetas de las de antes, en 1942, a tres hijos de sus caseros –uno de ellos sin padre, que hacían la primera comunión- con el fin de de viajar a Granada a ver por primera vez la ciudad.

Según González Blasco, el Marqués de Márgena dio una gran muestra de generosidad, conocida en toda La Alpujarra y, sorprendiendo a todos, cuando falleció a los 85 años de edad, en diciembre de 1952, en el Barrio Bajo de Órgiva, con su especial testamento holográfico, es decir, de puño y letra del Marqués, viudo de María Artecho Gutiérrez, y sin descendencia, dejó sus tierras y propiedades a su servidumbre, tres partes para estos y una para sus sobrinos. Todo un ejemplo. Mejoró a María Rodríguez Vílchez, hermana de su administrador José, por cuidarle hasta el fin de sus días. Su cadáver recibió cristiana sepultura en el cementerio de Órgiva.

Artículo original en Ideal.

Compartir

Deja un comentario